Pulso electoral: alcaldía de Barranquilla

Juan Pablo Sánchez Jiménez


La política tiene una forma de diálogo. Los actores de la escena se encuentran en un constante coloquio sobre las posibles soluciones a las demandas de un agente externo —los ciudadanos—, este último, modera la conversación, haciendo incisivos ciertos aspectos que los actores deben observar, para posteriormente proponer. Esta visión teórica sobre la democracia de Schumpeter (1945), similar a la de Pettit (1999), invierte el rol del individuo que aspira al poder, la única forma para llegar a este será mediante la lucha competitiva del voto popular; para ello, la masa votante comparará las distintas alternativas que tiene a su disposición y decidirá por quien le genere más utilidad.

La mayor parte de los análisis sobre las elecciones regionales, específicamente en Barranquilla y el Atlántico, se han concentrado en función a la popularidad de los posibles candidatos, pero muy poco —a mi parecer— en función del voto. La diferencia entre ellas es que el voto concentra la expresión explicita de la voluntad de los electores, por lo cual, los resultados electorales anteriores son el respaldo real que tiene un partido determinado o un político. Hay que recordar que, la función de la popularidad puede presentar inconvenientes, sea por: (i) un posible error de muestreo o, (ii) la poca certeza de las respuestas dadas por los encuestados.

En función del voto, desde el año 2007, Alex Char en su primer periodo como alcalde obtuvo 223.580 votos ocupando un 65.48% de la votación, Elsa Noguera en las elecciones de 2011 obtuvo 227.349 votos ocupando un 58.01%; nuevamente, Alex Char en su segundo periodo como alcalde obtuvo 355.844 votos ocupando un abrumante 73.07% de la votación, y el actual alcalde, Jaime Pumarejo, logró 309.300 votos ocupando el 62.43% de las votaciones; a priori, podemos observar que el dos veces alcalde logró no solo la mayor votación de los últimos 4 periodos, también el porcentaje más alto de votación, sobrepasando tanto en las elecciones de 2007 como las de 2015 a Noguera y Pumarejo.

En función de la popularidad, según Invamer (2023) Alex Char cerró con un 90% de aprobación en su primer periodo, y un 95% en su segundo periodo, mientras que, Elsa Noguera con un 78%; y para junio de 2023, Pumarejo logró un 55%, siendo este último, el que mejor aprobación tiene de las cinco ciudades capitales actualmente. Estos datos nos muestran lo denominado “hipótesis de la responsabilidad”, Bosch, Díaz y Riba (1999) sostienen que los ciudadanos responsabilizan al gobierno de la situación económica del país —para nuestro objeto de estudio a nivel local—, es decir, si la situación macroeconómica del país es buena, premian al partido de gobierno con su voto, no obstante,

si la situación es mala, lo castigarán votando por una alternativa, votando en blanco o no votando; es importante mencionar, que los votantes habitualmente tienen un tinte conservador, si asumen que el estado económico es razonablemente bueno, mantendrán su confianza, volviendo a votar por quien ostenta el poder. Sin embargo, también puede tomarse como base el llamado “policy-oriented voting”, que aborda el voto ciudadano a partir de la capacidad que tiene el partido político o el candidato para solucionar los problemas existentes. Aquí juega un papel relevante el clima de opinión, que depende de quien hable y quien permanezca en silencio.

Ahora bien: ¿Qué análisis podemos obtener con base a los datos obtenidos?

Un mal análisis sobre el impacto de las presidenciales a nivel local

Muchos pensarán que el giro drástico de las últimas elecciones presidenciales puede afectar el voto a nivel local y/o departamental; esto se debe a que Gustavo Petro fue el “gran ganador” en la segunda vuelta presidencial, el Pacto Histórico obtuvo 672.832 votos, que representan el 67,06 % de los sufragios válidos en el departamento, sin embargo, se omite la ausencia de Alex Char en dichas elecciones —porque no pasó de las consultas­­—, el contraste entre la oposición a nivel local y el partido de gobierno puede observarse medianamente en la consulta interpartidista, donde el Pacto Histórico logró 315.364 votos  (42,2%), por el contrario, el Equipo por Colombia logró 402.984 votos (53,9%) en el departamento del Atlántico; en Barranquilla Gustavo Petro logró 157.922 votos, mientras que Alex Char logró 197.734 votos; esta última coalición concentró su votación en Antioquia (60,4%), Atlántico (53,9%), Norte de Santander (44,5%), Quindío (42,3%) y los Consulados (43,9%), pero no solo eso, el partido Cambio Radical representó él (24.9%) a nivel departamental, siendo el ganador en el Atlántico.

 Si entramos en Barranquilla en las presidenciales, Gustavo Petro, no fue un ganador absoluto, obtuvo el triunfo en 3 de las 5 localidades, siendo la localidad de Suroriente donde más porcentaje de votos obtuvo con 76,2%. Donde mejor resultado obtuvo Rodolfo Hernández fue en la localidad de Riomar con 61,8% de los votos, es decir, no existe como tal un pleno convencimiento ni un éxito rotundo de la oposición a nivel local; en otras palabras: sí, ganó el Pacto Histórico, pero no le ganó a Alex Char, y aun no estando, no fue una victoria categórica.

Siendo más profundos dentro de este análisis, en el panorama político local no existe un símbolo que esté a la altura para ser competitivo con el mandatario Barranquillero, no encontramos un referente que pueda generar identidad y sentimiento, mucho menos un hecho de transformación sociopolítica que pueda asemejarse a lo que representa la figura de los Char; a pesar de las etiquetas que se han intentado plantar al partido de gobierno a nivel local, es infructífero frente a la función del voto y la popularidad.

El espiral del silencio de la oposición (hoy partido de gobierno)

La gente teme más al aislamiento que al error, sostiene Tarde (1969) que hay una necesidad humana de mostrarse de acuerdo en público con los demás; la opinión cargada de emociones y la fatiga política produjo un contexto sociopolítico perfecto para que Gustavo Petro subiera al poder, en efecto, hubo una visión general de que la opinión que recibía apoyo explícito conmensurado era más fuerte de lo que era realmente, y la otra parte era más débil. Este escenario, por un lado, extendió e incitó a una parte de la masa votante a proclamar más fuerte su opinión, por el contrario, su contraparte decidió “tragarse” su opinión y mantenerse en silencio, hasta que, en un proceso de espiral, el primer grupo llegó a dominar la escena pública, esto es lo que denominamos: el espiral del silencio.

Recordemos que la diferencia entre Gustavo Petro y Rodolfo Hernández fue ínfima (50,4% contra 47,3%); no es un triunfo por knockout y esto apenas se está avizorando con el poco apoyo en las reformas planteadas por el hoy partido de gobierno; fue una victoria que, incluso, podríamos meter además de la “hipótesis de la responsabilidad” en un posible efecto del “carrito ganador”, en el que mucho votante por el hecho de evitar el aislamiento, adicionalmente, las pocas aspiraciones a obtener un cargo de poder con la victoria, pues decide unirse al pelotón, es un instinto humano.

¿Qué puede esperarse?

Por un lado, en función del voto hay una premiación constante al actual partido de gobierno local, que, con base a los datos mencionados, puede seguir bajo esa misma línea en las próximas elecciones, por otro lado, hace poco Datanálisis en la encuesta de intención de voto, reveló que Char cuenta con un 79,6% de favorabilidad, lo que representaría un regreso al cargo con muy poca competencia.

Este análisis se orientó más en función del voto que de la popularidad, si bien se mencionaron algunas cifras de aprobación y favorabilidad, no fue el eje central. Cabe resaltar que la oposición en Barranquilla y en el Atlántico no ha podido captar el lauro que se le da al partido de gobierno local; la sociedad Barranquillera no es miope frente a los avances de la ciudad, sin embargo, eso no los exime de los nuevos retos que se afrontan a nivel departamental y distrital; no existe un “unanimismo” pero si cierta “aceptación”, me decía mi abuelo: “solamente el que vive en la casa sabe dónde caen las goteras”.

Esta columna de opinión nos representa ni los valores ni las posturas del medio de comunicación El Atlanticense

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