Usiacurí: Un tesoro del Atlántico que respira arte, cultura y poesía

Gabriel García Márquez decía: «El Caribe es una región en la que se da una perfecta simbiosis, o al menos se percibe con mayor claridad que en otras partes del mundo, entre el hombre, el medio natural y la vida cotidiana». Un ejemplo de ello es Usiacurí. Conocido también como el Pesebre del Atlántico es un municipio donde reina la serenidad y el colorido. Quienes lo visitan se sumergen en la cotidianidad de su gente, mientras contemplan sus decoradas casas y descubren las artesanías que reflejan el talento de las emprendedoras locales.

La experiencia de conocer Usiacurí comienza antes de llegar. El trayecto desde ‘La Arenosa’, de aproximadamente una hora, se hace más entretenido si se viaja en bus. En el recorrido, los vendedores ambulantes, con sus rimas y comidas, envuelven el viaje en la calidez y hospitalidad que caracterizan al costeño humilde y trabajador.

Al llegar, este tesoro del Atlántico te recibe con su majestuosa iglesia, ubicada en lo alto de unas escaleras en donde sus escalones dibujan la figura de Jesucristo. Al observar esto, percibo uno de los tantos distintivos de los usiacureños: la religiosidad. Dicho atractivo es un abrebocas de lo que hace de Usiacurí un destino turístico y artesanal.

En el recorrido, observo a un Usiacurí decorado de coloridos murales en las fachadas de sus casas. Escucho cómo el ambiente se adorna con el canto de los pájaros, como si de una banda sonora se tratara. También percibo el olor a pasto húmedo por las recientes lluvias y siento en mi piel la brisa fresca, formando así una armoniosa escena de serenidad. ¡Ay, qué bello eres, Usiacurí!

En mi introspección, descubro una belleza que habita en los pequeños detalles. Tomo conciencia, además, de la particularidad que define al Caribe colombiano: territorios alegres, habitados por gente echa pa’ lante, cuyas vidas transcurren en una cotidianidad que se convierte en su identidad cultural.

En cada cuadra, las terrazas se transforman en negocios donde las artesanas, la gran mayoría madres cabeza de hogar, exhiben por ejemplo, abanicos y bolsos hechos a mano con palma de iraca, elemento cumbre de este lugar. Tan solo basta con escuchar el testimonio de algunas de ellas para entender que las costeñas siempre encuentran la manera de salir adelante. Una de ellas, Edilsa Baldomino, una reconocida artesana de creaciones con esta palma característica, quien, además de contarnos su vida e inspirarnos con su proyecto para impulsar a más mujeres a ser artesanas, nos llevó a conocer su local Constru-arte, ubicado en una de las plazas más conocidas del territorio: Julio Flórez.

Al llegar a esta plaza, me di cuenta de que Usiacurí no solo es color y artesanía; también es historia y poesía. En este lugar que lleva su nombre, los versos de Julio Flórez aún resuenan en la memoria del pueblo. En medio del recorrido, comprendí que este poeta encontró en el Pesebre del Atlántico un espacio de inspiración para convertir sus letras en escritos de optimismo. La literatura y el arte decoran las calles de este municipio, donde hasta sus paredes cuentan historias.

Se pueden ver fotografías y anécdotas de Usiacurí en internet, pero nada se compara con recorrer sus calles por primera vez. Entre el colorido y la serenidad, su entorno es poesía pura. Más que un destino turístico con techos decorados, este rincón del Atlántico deja turistas encantados. Es un pueblo que te hace contagiar de alegría con sus colores vivos y su gente cordial.

Fotografías y redacción: Natalia Coronell

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