Cada 15 de mayo, Colombia celebra el Día del Maestro, una fecha especial para rendir homenaje a quienes dedican su vida a formar generaciones, sembrando conocimiento, valores y esperanza. Más que una simple fecha, esta es una oportunidad para reflexionar sobre el papel esencial del docente en la sociedad y el estado actual de la educación en el país.
“Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida”, escribió el humanista cubano José Martí, y esa frase cobra más sentido que nunca cuando miramos el compromiso de miles de docentes colombianos que, a pesar de las dificultades, continúan enseñando con pasión y vocación.
La realidad de la educación en Colombia: luces y sombras
La educación en Colombia ha tenido avances, pero también enfrenta desafíos importantes. De acuerdo con el informe del DANE (2024), la tasa de cobertura neta en educación básica primaria alcanzó un 90,5 %, un dato alentador que refleja el esfuerzo por garantizar el acceso a la educación. Además, en los últimos años, más jóvenes han logrado acceder a la educación superior: según el Ministerio de Educación Nacional, en 2023 la tasa de cobertura bruta en educación superior fue del 53,9 %.
Sin embargo, persisten retos. Cerca del 3,6 % de los niños entre 5 y 16 años no asistían a la escuela en 2023, principalmente por razones económicas o de acceso geográfico. Además, según el Informe de Calidad de la Educación del Icfes (2023), el promedio en las pruebas Saber 11 se mantiene por debajo del estándar deseado en áreas clave como lectura crítica y matemáticas.
Otro dato preocupante es que más del 50 % de los docentes en zonas rurales reportan no contar con acceso adecuado a herramientas tecnológicas, según un estudio de Fundación Compartir (2023). Esto dificulta la implementación de metodologías innovadoras y afecta la calidad del aprendizaje, especialmente en contextos vulnerables.
Los docentes no solo enseñan contenidos; también inspiran, acompañan y construyen tejido social. En palabras del filósofo brasileño Paulo Freire, “La educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. Esa es, quizás, la mayor responsabilidad y el mayor legado del maestro: formar ciudadanos críticos, empáticos y comprometidos.
En tiempos en los que la tecnología avanza a pasos agigantados y los desafíos sociales se multiplican, la figura del maestro se vuelve aún más valiosa. No basta con saber; hay que enseñar a pensar, a convivir, a transformar.
Un reconocimiento necesario
Este 15 de mayo, muchas instituciones, padres y estudiantes en todo el país celebran con mensajes, flores o pequeños homenajes. Pero el verdadero reconocimiento a nuestros maestros debe ir más allá de un día al año. Mejorar sus condiciones laborales, garantizar formación continua y revalorizar su rol son pasos urgentes para construir una educación de calidad.
Como dijo el escritor argentino Arturo Jauretche, “Los pueblos que no cuidan a sus maestros están condenados a la ignorancia”.
Hoy, más que felicitar, agradecemos. Y más que agradecer, nos comprometemos: con la educación, con los maestros y con un país que solo podrá avanzar si apuesta por el conocimiento y la dignidad de quienes lo cultivan día a día.