Recicladores llenan la Plaza de Bolívar con botellas plásticas: un grito para ser escuchados

Mientras ayudan a reducir miles de toneladas de residuos, los recicladores de Colombia siguen luchando por condiciones dignas. Esta vez, con una protesta que llenó de botellas y plásticos el centro de Bogotá.

Cada día, miles de recicladores en Colombia salen a las calles a recoger lo que otros desechan. Su labor, silenciosa pero esencial, evita que toneladas de residuos terminen en los rellenos sanitarios y ayuda a sostener una cadena de reciclaje que beneficia al ambiente, a las ciudades y a las futuras generaciones. Sin embargo, su trabajo no es valorado como debería: mal pagado, sin garantías, y muchas veces, ignorado.

Este lunes, decidieron hacerse ver. Y lo hicieron a su manera: con trabajo. En la Plaza de Bolívar de Bogotá, dejaron regadas 9 toneladas de plástico PET recolectadas en menos de una semana. Una acción simbólica, pero contundente. Botella por botella, quisieron mostrarle al país todo lo que hacen a diario y que aún no se les reconoce.

Detrás del plástico, hay vidas

La protesta fue organizada por la Asociación Nacional de Recicladores de Colombia (ANR), que denunció la fuerte caída en el precio del plástico reciclado: pasó de $3.100 a apenas $1.500 por kilo. “No hay regulación y los recicladores están pagando las consecuencias”, explicó Nohra Padilla, presidenta de la ANR. A esto se suman los cambios en las rutas de recolección, las decisiones de entes reguladores y la falta de diálogo con el Gobierno.

El trabajo con plástico PET es uno de los más exigentes dentro del reciclaje, y también uno de los peor remunerados. Muchos de los recicladores que hoy protestan son quienes han contribuido a reducir en un 30 % los residuos que terminan en el relleno Doña Juana. Aun así, viven al día, sin seguridad social, y con ingresos que dependen del vaivén de un mercado que no los protege.

Una oportunidad para transformar

Padilla fue clara: el objetivo no es solo que los escuchen, sino que se tomen acciones concretas. Entre sus peticiones están la regulación de precios, el respeto por las rutas históricas de reciclaje y el cumplimiento de la sentencia de la Corte Constitucional que reconoce a los recicladores como sujetos de especial protección.

En Colombia, 60 mil familias viven del reciclaje. En Bogotá, 20 mil. Esta protesta, más que un acto de reclamo, es una invitación a repensar las políticas públicas y reconocer el valor de quienes sostienen uno de los pilares más importantes de la sostenibilidad urbana.

Porque no se puede hablar de economía circular ni de ciudades limpias, sin hablar primero de dignidad para quienes todos los días recogen lo que los demás no quieren ver.

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