La adhesión de Colombia a la vasta iniciativa de infraestructura «La Franja y la Ruta» (Belt and Road Initiative – BRI) de China, formalizada el 14 de mayo de 2025 tras una reunión entre el presidente Gustavo Petro y el mandatario chino Xi Jinping en Pekín, está comenzando a mostrar sus primeros frutos tangibles en el interior del país. Este acuerdo de cooperación internacional, que marca un giro estratégico en las relaciones exteriores colombianas, promete abrir nuevas oportunidades en inversión, cooperación tecnológica y desarrollo sostenible para ambas naciones.
Históricamente, Colombia ha mantenido una relación cordial pero distante con China, siendo tradicionalmente un aliado cercano de Estados Unidos. Sin embargo, la creciente influencia económica de China en América Latina, superando a EE. UU. como principal socio comercial de varias naciones de la región, ha impulsado a Colombia a sumarse a esta mega-iniciativa. La BRI, lanzada en 2013, ya cuenta con la participación de más de 140 países y regiones, enfocándose en el desarrollo de infraestructura, la transición energética y la tecnología.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia calificó la adhesión como un «paso histórico» , que busca potenciar la infraestructura y la tecnología en el país, incluyendo áreas como la fibra óptica y la inteligencia artificial. Aunque aún no se han firmado acuerdos concretos a corto plazo, la inversión china en Colombia ha mostrado un crecimiento notable, pasando de 64 millones de dólares en 2020 a 152 millones de dólares en 2023.
Uno de los ejemplos más claros de esta cooperación se materializa en el ambicioso proyecto del Regiotram de Occidente. Este sistema de tren eléctrico, que conectará a Bogotá con municipios de Cundinamarca como Facatativá y Fontibón, es operado por el consorcio chino Civil Engineering Construction (CECC). La participación china es fundamental para este proyecto de 650 millones de dólares, con el gobierno central aportando el 70% de la financiación y Cundinamarca el 30%.
Las obras del Regiotram de Occidente ya están en marcha, con esfuerzos iniciales que incluyen la remoción de vías antiguas, la preparación de plataformas y la demolición de puentes obsoletos. El gobernador de Cundinamarca, Jorge Emilio Rey, ha confirmado la llegada de equipos de construcción desde China y la inminente llegada de maquinaria especializada para la instalación de las nuevas vías. Se espera que la primera fase de la línea esté operativa a finales de 2027, con la extensión completa hasta el centro de Bogotá para 2029.

Este tren eléctrico contará con 16 vehículos que transportarán a 40 millones de pasajeros anualmente, ofreciendo una alternativa de transporte más rápida, eficiente y, crucialmente, ambientalmente amigable, al ser impulsado completamente por electricidad. La línea de 39.6 km tendrá 17 estaciones, 9 en Bogotá y 8 en Cundinamarca, y se espera que alivie la congestión vehicular y reduzca los tiempos de desplazamiento.
Otro avance significativo que refleja esta nueva dinámica de cooperación es el progreso en los diálogos para la extensión de la primera línea del Metro de Bogotá hasta la Calle 100. La Alcaldía de Bogotá, a través de su Comité de APP, otorgó un concepto favorable a la propuesta del originador chino CHEC para iniciar la fase de factibilidad de esta extensión.
Esta extensión es vital para la movilidad de la capital, ya que no solo descongestionará el nodo de la Calle 72, sino que también se integrará con la troncal de TransMilenio de la Avenida 68 en la Calle 100 y en la Avenida Primero de Mayo. Además, se conectará con el proyecto Regiotram del Norte en la Calle 94 y la Avenida NQS, ampliando sustancialmente la conectividad de la red de transporte de Bogotá.

La adhesión a la Ruta de la Seda también busca incrementar las exportaciones colombianas a China y atraer capital productivo para proyectos en el litoral Pacífico, incluyendo la modernización de puertos y el desarrollo de infraestructura tecnológica. Sin embargo, expertos como el académico Defelipe señalan que estos proyectos no son una donación y pueden incluir cláusulas que exijan la importación de insumos chinos, lo que podría generar sobrecostos.
A pesar de los desafíos inherentes a cualquier acuerdo de esta magnitud, los proyectos como el Regiotram de Occidente y los avances en la extensión del Metro de Bogotá son los primeros indicios concretos de cómo la Ruta de la Seda china comienza a materializarse en el interior de Colombia. Estos desarrollos no solo prometen mejorar la calidad de vida de millones de ciudadanos a través de una mejor movilidad, sino que también reafirman la intención de Colombia de diversificar sus alianzas y potenciar su desarrollo a través de la cooperación internacional.