Motocarros vuelven a circular en Soledad tras amenazas: un gremio que rueda con miedo

Después de dos días en completo silencio, los motocarros azules regresaron a las calles de Soledad este martes, aún bajo la sombra de las amenazas y la extorsión.

El rugido de los motocarros volvió a escucharse en Soledad. Este martes en la mañana, decenas de conductores decidieron salir nuevamente a realizar sus labores matutinas, en busca de su único ingreso diario; tras dos días de parálisis total provocada por el temor. La causa: panfletos amenazantes que, supuestamente, fueron distribuidos por una banda criminal para exigir pagos ilegales a los mototaxistas del municipio.

Aunque la Policía Metropolitana confirmó que se encuentra investigando el origen de los panfletos, y el Ejército ha salido a patrullar las calles, muchos trabajadores del gremio aseguran que las medidas no son suficientes. El miedo no se ha ido. Algunos salieron por necesidad, no por confianza. “Tenemos familia que alimentar, no podemos quedarnos en casa”, dijo uno de los conductores que prefirió no revelar su nombre.

Una amenaza silenciosa que paraliza el trabajo

El pasado lunes, la Alcaldía de Soledad convocó un consejo de seguridad de carácter urgente ante el aumento de la criminalidad y la aparición de los panfletos. La alcaldesa Alcira Sandoval pidió explicaciones formales a la Policía y a los organismos de inteligencia sobre la procedencia del documento, que menciona enfrentamientos entre grupos ilegales y exige pagos para permitir trabajar en motocarro.

“Se requiere pronta información sobre la procedencia real del panfleto que promueve amenazas de enfrentamientos entre grupos al margen de la Ley”, expresó la mandataria en un comunicado. Mientras tanto, en los barrios, el ambiente sigue cargado de tensión. Muchos conductores aún denuncian que siguen pagando extorsiones para poder trabajar, como si fuera un “impuesto criminal” que se cobra con miedo y en efectivo.

El trabajo informal, entre la supervivencia y el peligro

En Soledad, los motocarros son mucho más que un medio de transporte: son la fuente de ingresos de miles de familias que viven del día a día. Para estos hombres y mujeres, salir a trabajar no es solo una decisión económica, sino un acto de valentía frente a una violencia que los obliga a elegir entre el riesgo y el hambre.

Hoy, aunque los motores volvieron a encenderse, la comunidad sigue esperando respuestas más contundentes. Porque mientras los panfletos callan por un momento, la amenaza sigue latente y los trabajadores del volante ruedan, pero no en paz.

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